En artículos anteriores hemos conocido cómo ciertos factores de riesgo incrementan la probabilidad de desarrollar demencia durante la adultez mayor.
Por ejemplo, las dificultades en la audición, la historia de traumatismos craneoncefálicos y la presencia de hipertensión arterial no controlada, son algunas de los factores de riesgo modificables cuya presencia amplifica la posibilidad de desarrollar algún tipo de demencia.
En nuestro artículo de hoy los invitamos a conocer más sobre cómo están relacionados el consumo de alcohol y las demencias. İAcompáñenos!
¿Cómo el alcohol afecta nuestra salud?
El consumo de alcohol con fines recreacionales es un fenómeno que ocurre a escala global, no existiendo en la actualidad prácticamente ningún país o cultura que esté exenta de sus efectos nocivos.
En el caso particular de los seres humanos, existen numerosas consecuencias asociadas a al consumo excesivo de alcohol, que varían de acuerdo al sexo, el peso corporal, la velocidad de su ingestión, el tamaño de las dosis, entre otros. Téngase en cuenta que más de 200 problemas de salud guardan relación directa o indirecta con el consumo de alcohol (enfermedades del hígado, traumatismos craneoncefálicos, violencia, cáncer, enfermedades cardiovasculares, suicidios, tuberculosis, VIH/SIDA, entre otros).
Aunque se ha sugerido que en dosis bajas el alcohol constituye un neuroprotector, su consumo en altas concentraciones afecta el funcionamiento cognitivo, la percepción y las funciones motoras en general.
El efecto de esta droga sobre el Sistema Nervioso Central (SNC), cuando se consume en exceso, genera alteraciones en la función y la estructura del cerebro, comprometiendo a los lóbulos temporales, frontales, el sistema límbico y el cerebelo. Estas alteraciones generan importantes cambios cognitivos y comportamentales que pueden desembocar en conductas socialmente inadecuadas y también en la muerte del individuo consumidor.
¿Cómo el alcohol afecta nuestro salud cerebral y cognitiva?
El primer daño directo del alcohol sobre cerebro podemos está relacionado con la muerte neuronal (apoptosis celular). Por otra parte, entre los cambios morfológicos asociados al consumo excesivo de alcohol podemos mencionar una disminución del volumen de la corteza cerebral (especialmente los lóbulos frontales), afectaciones a la sustancia blanca, el tálamo, el hipotálamo, el sistema límbico, el cerebelo y también un alargamiento de los ventrículos cerebrales.
Igualmente se considera que el etanol es capaz de destruir de manera selectiva entre el 15 y el 25% de las neuronas del córtex de asociación frontal en personas que padecen un consumo crónico de alcohol. El uso de las neuroimágenes ha permitido describir también una reducción del volumen de las regiones prefrontales y del riego sanguíneo en esa estructura cerebral.
De esta manera, se considera que el consumo de alcohol “acelera” los procesos naturales de envejecimiento cerebral. Por ejemplo, existen estudios que han demostrado que las personas que consumen alcohol en exceso de forma regular tienen un peor funcionamiento cognitivo si se comparan con grupos de controles no-consumidores (equivalentes en edad), lo cual indica que sus procesos cognitivos “envejecen” en relación con la edad cronológica real que presenta la persona consumidora.
¿Qué mecanismos relacionan al consumo de alcohol con el riesgo de desarrollar demencias?
El más reciente informe de la Comisión Lancet estimó en 2020 que el 1% de todos los casos de demencia que se diagnostican cada año, está relacionado con un consumo de alcohol superior a las 21 unidades semanales durante las edades comprendidas entre los 45 y 65 años de edad.
Se han descrito varios mecanismos a través de los cuales el consumo de alcohol estaría relacionado con el riesgo de desarrollar demencia. Por ejemplo, una posible explicación está relacionada con el efecto de esta sustancia sobre el hipocampo. Recordemos que el hipocampo se ve afectado tempranamente en la enfermedad de Alzheimer por la formación de ovillos neurofibrilares y la presencia de neurodegeneración, lo que lleva a las dificultades para memorizar nueva información.
En altas concentraciones el alcohol «bloquea» la liberación de acetilcolina en el hipocampo, un neurotransmisor que nos permite, entre otras cosas, memorizar nueva información y consolidar los recuerdos.
Otro posible mecanismo que relaciona al etanol con el riesgo de desarrollar demencia está vinculado con la proteína beta-amiloide. La acumulación de forma abundante de esta proteína es uno de los marcadores característicos (junto con los ovillos neurofribilares) de la presencia de la enfermedad de Alzheimer.
En las personas que abusan del alcohol es posible que se incremente la neuroinflamación, y por tanto, se dispare el proceso de acumulación de las plaquetas beta-amiloide. Por si fuera poco, el alcohol puede impedir que las células cerebrales de la neuroglia eliminan (fagociten) el exceso de proteína ß-amiloide, facilitando de este modo el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
RANY Insights
Bloquea...
El alcohol «bloquea» la liberación de acetilcolina en el hipocampo, un neurotransmisor que nos permite, entre otras cosas, memorizar nueva información y consolidar los recuerdos.
Impide...
El alcohol puede impedir que las células cerebrales de la neuroglia que eliminan (fagocitan) el exceso de proteína ß-amiloide realicen su función, promoviendo de este modo el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
¿Qué evidencias existen, a nivel poblacional, de la relación entre consumo de alcohol y riesgo de desarrollar demencia?
En 2018 se publicaron los resultados de un estudio que fue denominado como «Whitehall II» conducido por investigadores de varios centros, entre ellos el Departamento de Epidemiología y Salud pública del Colegio de Londres y las universidades de Montpellier y la Sorbona, en Francia. Este estudio realizó un seguimiento durante ¡23 años! a un total de 9 087 participantes en edades comprendidas entre los 35 y los 55 años de edad, que fueron evaluados por primera vez entre 1985 y 1988.
La investigación clasificó a los participantes de acuerdo al consumo de alcohol que los caracterizaba. De esta forma los pacientes podían ser «abstinentes» (no consumían alcohol), consumidores «moderados» (bebían entre 1 y 14 unidades semanales) y consumidores «abusivos» (bebían más de 14 unidades semanales).
Los resultados indicaron que durante el seguimiento de más de dos décadas, un total de 397 participantes desarrollaron demencia (el 4.3%). Pero esto no fue lo más interesante. Lo realmente impactante fue que quienes fueron «abstinentes» durante la adultez (45 y 65 años de edad) y quienes consumían más de 14 unidades por semana presentaban un riesgo mayor que quienes consumían en un rango entre 1 y 14 unidades semanales.
Los «abstinentes» presentaban un riesgo de desarrollar demencia aproximadamente del 1.47% y los consumidores que sobrepasaban las 14 unidades semanales un riesgo del 17%, ambos en comparación con el rango de consumo intermedio (entre 1 y 14 unidades semanales).
Otro estudio que queremos compartir con ustedes fue publicado en 2019 en la revista JAMA Network Open. Esta investigación, además de tomar en cuenta la cantidad de unidades de alcohol consumida por los participantes, los clasificó en quienes presentaban Deterioro Cognitivo Leve (DCL) y quienes eran cognitivamente saludables. Recordemos que el DCL es considerado, por algunos especialistas, como un estado intermedio entre el envejecimiento cognitivamente saludable y las demencias.
Este estudio exploró un total de 3 021 participantes de los cuales el 46.2% fueron mujeres. Los resultados generales mostraron que las personas abstinentes y quienes consumían más de 14 unidades de alcohol a la semana presentaban un rendimiento cognitivo más deficiente que quienes consumían entre 7 y 14 unidades. ¿Les resulta familiar ese resultado? Exactamente, es una concusión similar a la obtenida en el estudio «Whitehall II».
Por otra parte, el riesgo de desarrollar demencia fue diferente en quienes además presentaban DCL en comparación con quienes eran cognitivamente saludables. En los participantes con diagnóstico de DCL que consumían más de 14 unidades de alcohol a la semana el riesgo de desarrollar demencia era más del doble en comparación con las personas sin DCL. Un claro mensaje de que consumir alcohol, cuando nuestra salud cognitiva ya está resentida, no es la mejor idea.
Cabría preguntarse entonces:
¿Cuánto alcohol es «demasiado» alcohol?
En este sentido, de acuerdo con el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (el NHS por sus siglas en inglés), para evitar un consumo excesivo de alcohol la ingestión debe reducirse de 1 a 14 unidades de alcohol por semana para las mujeres y de 1 a 21 unidades por semana para los hombres. Las pautas del NHS publicadas en 2016 establecen que tanto hombres como mujeres deben limitar su ingesta a 14 unidades por semana, para de esta forma evitar consecuencias nocivas.
Una «unidad» de alcohol depende de la cantidad de etanol puro diluido en un volumen dado (una cerveza, una copa de vino o un trago de wiski). En nuestros escenarios de vida diaria una forma bastante sencilla de realizar un estimado de lo que representa un consumo responsable de alcohol es el siguiente:
Una copa típica (175 ml) de vino (12%): 2 unidades.
Una pinta de cerveza o sidra con menor contenido de alcohol (3.6%): 2 unidades.
Una pinta de cerveza o sidra con mayor contenido de alcohol (5,2%): 3 unidades.
Un solo trago (25 ml) de bebidas espirituosas como wiski, ginebra, ron, tequila o vodka (40%): 1 unidad.
Si realizamos un sencillo análisis comprenderemos que beber siete cervezas de bajo volumen alcohólico en una semana representa las 14 unidades recomendadas y que con apenas dos tragos de tequila diarios estaríamos sobrepasando el umbral de riesgo.
De esta manera, la reducción de un 1% en la incidencia de demencia alrededor del mundo, derivado de un consumo responsable de alcohol, representa en la práctica millones de personas…millones de vidas.
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Hasta pronto!