Hola. Comienza la semana y estamos de regreso.
Continuamos con la línea de trabajos sobre esclerosis múltiple gracias a la colaboración del Dr. Rodneys Mauricio Jiménez-Morales. El tema de hoy: Reserva cognitiva en la esclerosis múltiple.
Rodneys M. Jiménez-Morales, PhD
Master en Psicología Médica y Doctor en Ciencias Psicológicas. Neuropsicólogo especializado en Esclerosis Múltiple. El doctor Jiménez-Morales es especialista en rehabilitación neuropsicológica y autor de PIRCO (Programa Integrado de Rehabilitación Cognitiva) un sistema de rehabilitación neuropsicológica dirigido específicamente a personas con esclerosis múltiple..
Hoy es habitual escuchar sobre la importancia que tienen los ejercicios físicos, el yoga, la meditación, las actividades sociales, juegos de mesas, entre otras actividades de ocio, para potenciar el bienestar en los adultos.
La esclerosis múltiple (EM) no escapa de tales descubrimientos. En las últimas décadas han surgido nuevos hallazgos que han argumentado aún más el papel de estás actividades de ocio y el efecto que tienen en la reserva y la salud cerebral de los pacientes a largo plazo.
¿Cómo pueden algunas personas con EM resistir mejor el daño cerebral, sin desarrollar deterioro cognitivo, a diferencia de otros que experimentan todo lo contrario?
Para responder esta interrogante los pacientes deben entender varios conceptos que son importantes para explicar la relación incompleta entre las lesiones en el cerebro y el funcionamiento cognitivo en los pacientes con EM.
Primero, comprender el término de reserva cerebral. Se va a distinguir por los recursos innatos acumulados hasta ese momento por los pacientes, como el volumen y el tamaño cerebral, la circunferencia craneal, la ramificación dendrítica y el número de neuronas o de sinapsis.
Segundo, el constructo de reserva cognitiva. Este concepto se refiere al hecho de que experiencias ambientales intelectualmente enriquecedoras, como un mayor nivel educativo o un alto coeficiente intelectual, la participación activa en actividades léxicas, artísticas y de ocio pueden atenuar el deterioro cognitivo ligado a la edad o a una patología determinada.
Desde esta perspectiva se ha observado que los pacientes de EM con mayor reserva cognitiva o mayor reserva cerebral son capaces de tolerar cierto grado de patología sin evidencia de alteración cognitiva alguna, lo que sugiere que estas dos variables son críticas para el pronóstico del funcionamiento cognitivo de esta población clínica.
Actualmente, algunos autores conciben la reserva cognitiva como un concepto dinámico, que puede ser modificado y entrenado a lo largo de la vida de las personas, y de ahí la importancia de programas de rehabilitación que promuevan y trabajen la reserva cognitiva atendiendo a un enfoque multidisciplinar y personalizado.
Un tercer concepto, que se ha incorporado recientemente, se denomina actividades que construyen reserva (Reserve-building activities). Se entiende como logros pasados o actuales (educacionales y ocupacionales), así como el enriquecimiento en una variedad de dominios producto de múltiples actividades (físicas, culturales, intelectuales, comunales, espirituales y de estilo de vida).
Este último refuerza la hipótesis de que los individuos pueden construir reservas cognitivas al participar en actividades cognitivas y de ocio incluso después del diagnóstico de EM, lo que podría ayudar a proteger contra el deterioro cognitivo.
¿Cuáles serían las actividades cognitivas y de ocio que pueden construir mi reserva cognitiva y cerebral?
Aunque todavía existen diversos estudios enfocados en elucidar nuevas alternativas de intervención neuropsicológica basadas en la reserva, ya existe un grupo de actividades cognitivas y de ocio que tienen una fuerte asociación con el funcionamiento cognitivo y cerebral. Ellas son, las actividades cognitivas complejas, las sociales y los ejercicios físicos.
Las actividades cognitivas complejas son aquellas actividades en el tiempo libre que, de forma permanente, demandan recursos cognitivos.
Pueden proponerse dos grupos: El primero, las formativas-informativas. Se entiende como la capacidad de los sujetos para participar o impartir cursos, talleres y ponencias sobre temas de interés y preferencias personales y profesionales. Por ejemplo, cursos dirigidos a temas profesionales, yoga, meditación, idioma, actividades artísticas (música, fotografías, artes plásticas…), actividades culinarias, etc.
Segundo, los hobbies y aficiones. Estas actividades (pasatiempos y actividades recreativas) requieren de una participación activa, un cierto aprendizaje y una significativa dedicación emocional y de tiempo, así como perseverancia.
Por ejemplo: juegos de mesa (ajedrez, dominó, damas, construcción de cubos, etc.), de estrategias en el ordenador, la lectura por afición, jardinería y cuidados de plantas, acciones culinarias en el hogar, actividades artísticas (fotografía, tocar un instrumento musical, componer canciones, producir audiovisuales, etc.) y otras prácticas comportamentales enfocadas en el manejo del estrés y el crecimiento espiritual (yoga, tai chi, meditación, etc.).
Las actividades sociales son un grupo de prácticas muy importante que los pacientes deben aprovechar. Algunas de las actividades más destacadas son: actividades de voluntariado, participación en organizaciones religiosas y/o espirituales, actividades recreativas en sociedades y visitas a familiares.
Finalmente, se ha observado que los ejercicios físicos generan un efecto notorio en la mejoría de procesos de velocidad del procesamiento cognitivo, memoria y funciones ejecutivas. Aunque existen diferentes modalidades de ejercicios físicos, los aeróbicos han mostrado mayor efectividad en los pacientes con EM. Por ejemplo, pedaleo en la bicicleta estática o caminata en la estera eléctrica son dos variantes que podemos realizar en casa con la adecuada orientación del especialista en medicina física y rehabilitación o del kinesiólogo.
Todos deben comprender que estas actividades pueden presentarse como factores protectores ante el deterioro cognitivo y cerebral, pero cuando su estilo de vida carece significativamente de estas, se convierten en un factor de riesgo clave, lo cual proporciona que el curso neurodegenerativo de la enfermedad suela tener mayor discapacidad.
Claro está, para que estas actividades construyan reservas, al menos, deben comprender las siguientes características:
Realizarlas con frecuencia durante la semana (de dos a tres veces por semana). Mientras mayor frecuencia mejor estimulación de la reserva.
Se debe incrementar gradualmente la complejidad de la tarea (actividad).
Debe existir motivación e implicación emocional por la actividad que decida realizar. Se recomienda que los pacientes «disfruten» la actividad.
Organizar un plan de actividades cognitivas y de ocio de forma escrita que sirva como guía a pacientes y familiares.
Establecer pausas de descansos, valorar la cantidad de tareas, frecuencia e intensidad de los ejercicios.
Establecer nuevas rutinas de actividades que permitan la construcción de reservas (mañana, tarde y noche).
Tener la supervisión continuada de un especialista en el área de terapia y rehabilitación cognitiva.
Téngalo presente: construir reservas es también un modo de proteger nuestra salud cognitiva. Está al alcance de la mano; está al alcance de todos.
Gracias por acompañarnos. Recuerda que si te interesa algún tema específico solamente debes dejar la propuesta en la sección de comentarios.
¡Hasta pronto!